Supongamos que un grupo de personas de buen corazón decide auxiliar a un pueblo que, para su desgracia, ha sido agredido y aislado por otro más poderoso y que debido a esa agresión padece necesidades que deben ser suplidas. Supongamos también que ese grupo de buenas personas reúne una buena cantidad de alimentos, ropa, medicamentos y artículos de primera necesidad que ese pueblo desvalido precisa con urgencia. Embarcan todo ello en una nave facilitada por un país solidario y parten exultantes a favorecer a los necesitados. Después de días de navegación, reciben mensajes por radio del país “agresor” quien les previene que, puesto que desde hace tiempo ha establecido –algo que ellos conocen- un bloqueo por mar al pueblo “agredido”, al llegar con su carga de ayuda humanitaria a una distancia determinada de la costa, deberán permitir a las autoridades revisar el contenido de la misma y entregarla a dichas autoridades quienes se encargarán de hacerla llegar a sus beneficiarios.
Puesto que eso ya se ha hecho con muchas otras naves y siempre se han entregado los contenidos a sus destinatarios sin que haya una sola queja, es de suponer que este grupo de benefactores no tendrá ningún problema en someterse a las reglas que de momento rigen.
Volvamos a suponer que, por esta vez, los altruistas, por el camino han decidido que en este viaje no se someterán a la revisión ni entregarán nada porque, ahora ya no es su interés primario ayudar a los desvalidos sino “romper el bloqueo”, es decir, han dejado de ser “activistas por la paz” para convertirse como por ensalmo en “activistas por la guerra” porque han acordado intentar obligar a un Estado a que cambie sus decisiones que, con razón o sin ella ha tomado para proteger lo que considera su seguridad nacional.
Es de creer que los “activistas por la paz” saben que si un Estado pretendiese hacer lo que ellos se disponen a hacer, ello equivaldría a un clarísimo acto de guerra con las consecuencias lógicas. Por tanto, si no son imbéciles, con seguridad no soñarán con que, por ser ellos, les van a dejar pasar con una venia. Conocerán con claridad que, al llegar a la línea de bloqueo han de someterse a las autoridades y que no deberán acudir a la agresividad violenta porque, de hacerlo, tendrán que afrontar consecuencias dolorosas buscadas y provocadas por ellos mismos.
Como todo el anterior supuesto asume que el grupo de "activistas por la paz" está compuesto por buenas personas de buenas intenciones y no de intonsos agresivos, ni de idiotas utilizados por terceros para favorecer fines ocultos, esas consecuencias dolorosas no se darán.
Sin embargo, por absurdo que parezca, acaba de ocurrir en el Mediterráneo donde, un barco turco, el MAVI MARMARA transportando un grupo internacional de “activistas por la paz”, a pesar de las repetidas advertencias intentó atravesar la línea de bloqueo impuesto por Israel y, cuando los efectivos de la Armada de ese país abordaron el barco, los “activistas” ya en plan de guerra, agredieron a los soldados con todo elemento que encontraron a la mano provocando que se produzca el resultado trágico, pero lógico en estas circunstancias absurdas promovidas y provocadas por estos “humanitarios activistas de la guerra”, que ya no de la paz.
El periódico digital REPORTERO HONESTO se refiere a ellos en los siguientes términos:“Las organizaciones y los pasajeros detrás de la flotilla de Gaza han sido descritos como "activistas por la paz" y "organizaciones humanitarias". Esto no podría estar más lejos de la verdad. El objetivo principal de esta flotilla no era el de ingresar paquetes de ayuda a Gaza, sino el de difundir propaganda anti-Israel en colaboración con los gobernantes de Hamás y Gaza.
Jugando un papel central en la flotilla estaba la organización IHH turca, que además de sus actividades filantrópicas legítimas es también, según el Centro de Información de Inteligencia y Terrorismo, un partidario de redes radicales islamistas, incluyendo a Hamás, y por lo menos en el pasado, elementos globales de la Jihad”
Sin embargo de las muy claras evidencias de que este trágico acontecimiento es el resultado de la manipulación que sufre la masa poco reflexiva, una gran mayoría de la prensa internacional que parece haber caído en manos de gente perversa se obstina en señalar a Israel como un agresor prepotente que acosa al pueblo palestino y “masacra a activistas por la paz”.
Esta prensa parece empeñarse en ignorar que desde la Franja de Gaza, los “activistas” de Hamás lanzan a diario, indiscriminadamente y sin ninguna provocación innumerables misiles Katiuska sobre el territorio de Israel sembrando el terror y la incertidumbre en su población inocente.
Nunca esa prensa se pregunta de dónde salen los materiales metálicos y explosivos para fabricar los miles de Katiuskas si en la Franja de Gaza no se producen y no pueden llegarles porque el bloqueo se lo impide. Si lo hicieran, seguramente concluirían que les llegan por medio de esas “misiones humanitarias” que lograban - porque seguramente ya no lo lograrán- entregar sus cargas. Desde luego, también se sabe que los de Hamás se proveen a través de los túneles que logran construir con los materiales traídos por los “activistas por la paz”.
Se habrá preguntado alguna vez esa prensa internacional y la gran masa que se cree enterada porque se nutre de ella, ¿cuál es el origen del odio palestino contra Israel o si de verdad existe ese odio? ¿Saben acaso que Palestina nunca existió como Estado porque, hace más de 25 siglos, los palestinos de hoy eran los filisteos, guerreros invasores llegados de las islas griegas que se asentaron en tierras de Israel y que entre guerra y guerra permanecieron hasta la llegada de los romanos quienes, para humillar al orgulloso pueblo hebreo, dio en llamar al país Philistine (Palestina) pero, que ese nombre fue solo un apodo porque siempre fue Israel y Judea?.
Esa prensa que posa de saberlo todo, si se preocupase por saber lo que dice que sabe, sabría que, con el correr de los siglos los philistines o palestinos dejaron de serlo para ser unos hebreos más y que solo con la llegada de Mahoma en el siglo VII, aquellos que se había asimilado más a la cultura árabe que a la hebrea empezaron a seguir el camino del odio sectario que los arrastró a guerras y masacres. Sabrían estos periodistas que, sin embargo, finalmente esos malos momentos también pasaron porque prevaleció el espíritu conciliador de los pueblos mediterráneos y que en esos territorios se siguió viviendo en fraternidad.
Sabrían que el pueblo hebreo, a pesar de ser migrante por excelencia, nunca abandonó del todo su Canaán y que, cuando después de ser perseguido y masacrado como ningún otro pueblo lo ha sido nunca en la historia de la humanidad, volvió a ocupar su territorio, lo hizo con al ánimo constructivo, laborioso y emprendedor que ha aprendido en su largo trasegar por el mundo, lo que le permitió crear un país próspero, civilizado, científico y, si se quiere rico en un territorio considerado un trozo de desierto. Si de verdad investigase y estudiase, sabría esta prensa y sus seguidores que todo lo saben sin saber nada, que fue entonces cuando los poderes oscuros del mundo empezaron a ver a Israel como una amenaza para ellos y - como siempre obrando por mano ajena- empezaron a sembrar la cizaña del odio contra los hebreos entre los árabes y los palestinos con la historia de que les habían quitado su territorio cuando, en realidad este siempre fue el territorio de los hebreos, pueblo al que los palestinos se habrían asimilado totalmente como habitantes del nuevo Estado. Solo la intriga de los negociantes de la muerte (traficantes de armas entre los más importantes) fue y ha sido la que ha logrado que ellos, los palestinos, vuelvan a entonar esos versos satánicos de:
“Intifada, Intifada, Intifada, Intifada! Khaybar, Khaybar, oh Judíos! ¡El ejército de Mahoma volverá!" en relación con la masacre de judíos del siglo VII en Khaybar por los mahometanos iníciales.
A pesar de que el origen de toda esta historia reciente de enfrentamientos trágicos entre judíos y palestinos se puede llegar a entender y superar; conociendo como conocemos la superficialidad de los informadores y la liviandad de la masa que los lee o escucha, creemos que es mucho pedir que la prensa internacional y sus seguidores se pregunten si hay una verdad que se puede entender cuando se lee y se investiga suficientemente. Es mucho pedir que se intente entender que hay demasiadas mentiras difundidas entre la masa ignara por los mercaderes de la muerte; resulta difícil lograr que la prensa y la masa entienda que los palestinos y los hebreos quieren y pueden vivir en paz juntos porque así lo han hecho por milenios. Que para ello solo necesitan que no haya tantos “activistas por la paz” que se convierten en cajas de resonancia de los estribillos de odio que quieren y necesitan los interesados en una guerra perenne para mantener andando sus fábricas de muerte. El marketing de ellos, de los fabricantes de la muerte es el odio y este prolifera cuando se riega algunas semillas entre esos cándidos nefastos que gustan de mostrarse ante el mundo como "luchadores por los necesitados".
¡Eso sí!, nos preguntamos si Europa podría sobrevivir sin esos pintorescos personajes ataviados con chilabas pro-palestinas que salen a orear su cogorza con cartelones de consignas sobre cosas que ignoran pero que los mantiene “vigentes” como recuerdos de la decadencia del siglo pasado y que, a una buena mayoría de ellos les permite vivir de las subvenciones que les dan las ONG para continuar su vida de molicie disfrazada de humanismo.