viernes, 7 de enero de 2011

ALGUIEN TENÍA QUE DECIRLO

Hoy parece darse una fuerte tendencia a pensar que ser inteligente es ser de izquierdas y que ser de izquierdas significa odiar todo lo que se relacione con Israel, además de defender gobiernos de sátrapas sudamericanos o persas. Todo el mundo parece olvidar que hace poco más de siete décadas, un lunático esquizoide que llevó al mundo a la segunda guerra mundial y casi logró la destrucción de Europa, también puso de moda esa manera de pensar a la que los “inteligentes” de la época seguían como un rebaño. Sorprende que el pueblo español, uno de los pueblos más semíticos del mundo, sea también dolorosa y paradójicamente uno de los más antisemitas.

Si eres judío y escribes favor de ISRAEL, todo lo que pretendas decir será desvalorizado. Por eso, antes que nuestra propia opinión, hoy publicamos la siguiente conferencia  de Pilar RAHOLA, valiente periodista catalana que siempre ha escrito con claridad sobre este tema tan voluntariamente ignorado por la inmensa mayoría pero, del que todo el mundo habla como si lo conociese a fondo.

La izquierda lunática

Autor: Pilar Rahola*

"No soy judía, estoy vinculada ideológicamente a la izquierda y soy periodista. ¿Por qué no soy anti israelí, como la mayoría de mis colegas?

``Maten a ese cerdo infiel''. Con esa simple orden, enviada por un imán, la vida de un profesor francés, Robert Redeker, cambió para siempre el 19 de septiembre de 2006. Internet multiplicó la amenaza en decenas de webs islámicas, y la dirección de su casa, sus números de teléfono, los datos precisos de sus hijos, fueron publicados.

Desde ese día, toda su familia vive bajo protección policial, y ha tenido que abandonar su trabajo, su domicilio y cambiar de vida. Su crimen, haber escrito un artículo en el diario francés Le Figaro titulado: ``¿What should the free world do while facing Islamist intimidation?'' En ese artículo, Redeker defendía la libertad de las democracias y alertaba del peligro del Islam radical. Y por defender la libertad de nuestra sociedad, ha perdido su propia libertad. En su reciente libro ``Atrévete a vivir'', explica su vida en la clandestinidad. Una vida condenada al exilio interior, en su propio país. Por ejemplo, no ha podido anunciar la muerte súbita de su padre, por miedo a ser descubierto. Miembro de la revista de la elite de izquierdas ``Le Temps Modernes'', fundada por Jean Paul Sastre, se ha visto abandonado por los líderes de izquierda franceses, que han atacado su crítica al Islam.

Y así, como Salman Rushdie, como Talisma Nasreem, como Ayan Hirsi Ali, también Redeker ha descubierto que una parte de la izquierda europea está traicionando a la libertad. Él habla de los peligros del fascismo islámico que amenaza, aterroriza, esclaviza y mata. Y sus compañeros de la izquierda, lo acusan de islamofobo y racista. Él denuncia la pasividad del mundo ante la esclavitud de la mujer, la ablación del clítoris, el uso de niños bombas, el fanatismo terrorista. Y sus compañeros de la izquierda le acusan de no ser respetuoso con otras culturas. Él, como yo, como muchos, defiende un Islam libre de fanáticos, dictadores y terroristas. Y nuestros compañeros de la izquierda nos dejan solos ante esa defensa.

Él asume, pues, la responsabilidad moral de defender la carta de derechos humanos ante el acoso del islamismo radical, que es la nueva ideología totalitaria a la que se enfrenta el mundo. Y los compañeros de la izquierda, traicionan ese mismo compromiso moral. Es decir, estamos en un momento de la historia que exige una defensa firme de la libertad. La izquierda, tendría que liderar esa defensa. Y sin embargo, desgraciadamente, no está a la altura del momento histórico que vive la humanidad. ¿Por qué? ¿Qué patologías profundas alejan a la izquierda europea de su compromiso moral? ¿Por qué no vemos manifestaciones en París, o en Londres, o en Barcelona en contra de las dictaduras islámicas? ¿Por qué no lo hacen contra la dictadura birmana? ¿Por qué no hay manifestaciones en contra de la esclavitud de millones de mujeres, que viven sin ningún amparo legal? ¿Por qué no se manifiestan en contra del uso de niños bombas, en los conflictos donde el Islam está implicado? ¿Por qué no ha liderado nunca la lucha a favor de las víctimas de la terrible dictadura islámica de Sudán? ¿Por qué nunca se ha conmovido por las víctimas de los actos de terrorismo en Israel? ¿Por qué no considera la lucha contra el fanatismo islámico, una de sus causas principales? ¿Por qué no defiende el derecho de Israel a defenderse y a existir? ¿Por qué confunde la defensa de la causa palestina, con la justificación del terrorismo palestino? Y la pregunta del millón: ¿por qué la izquierda europea, y globalmente toda la izquierda, sólo está obsesionada en luchar contra dos de las democracias más sólidas del planeta, Estados Unidos e Israel, y no contra las peores dictaduras? Las dos democracias más sólidas, y las que han sufrido los atentados más sangrantes del terrorismo mundial. Y la izquierda no está preocupada por ello. Desde mi perspectiva de librepensadora, vinculada históricamente al pensamiento de izquierdas racional, me veo obligada a acusar a una parte de la izquierda, la que hace más ruido en periódicos y calles, de ser profundamente reaccionaria, anti moderna y anti occidental. Y, por todo ello, cómplice del avance del totalitarismo en el mundo. Nuevamente, ¿por qué? Estas son las patologías del pensamiento que detecto en los intelectuales y líderes más ruidosos de la izquierda, desde Noam Chomsky hasta José Saramago, desde Michael Moore hasta Hugo Chávez o Evo Morales: no superación de la herencia dogmática estalinista; simplismo anti americano; odio exacerbado a Israel; antisemitismo inconsciente.

Es decir, hoy en los periódicos, en las universidades, en algunas cancillerías y en muchos libros, no tenemos líderes de izquierdas comprometidos con la libertad. Tenemos líderes de una izquierda lunática capaz de minimizar al terrorismo, banalizar a la Shoá, ignorar el sufrimiento de la mujer y justificar dictaduras terribles. Esos líderes, y esa corriente de opinión, explican el odio que hoy sufre Israel en el mundo, y especialmente en Europa. Un odio que va de la mano del odio que sufre, a su vez, Estados Unidos.

1.- Permítanme analizar la primera patología, la herencia dogmática estalinista y el anti americanismo. Aunque el muro de Berlín ha caído, y con él la mayoría de las dictaduras comunistas, aún no ha caído el muro que muchos militantes de izquierdas mantienen en su propio cerebro. Así, algunos grandes dogmas estalinistas están intactos y condicionan los análisis de sus herederos. No es una casualidad que, durante décadas, el estalinismo criminalizara a Israel, y la izquierda actual lo continúe haciendo. No es una casualidad que, durante décadas, se considerara a las organizaciones palestinas terroristas como fuerzas de liberación, y la izquierda actual continúa minimizando el terrorismo palestino y despreciando a las víctimas judías. No es una casualidad que, durante décadas, considerara a Estados Unidos como el paradigma de la maldad política, y la izquierda continúe obsesionada con Estados Unidos. De hecho, la mayoría de actitudes anti americanas se deben a los anteojos con que la izquierda lunática mira al mundo. Son anteojos furibundamente anti americanos.

De manera que, si alguien es amigo de USA, es mi enemigo, y si alguien es enemigo de USA, es mi amigo. Y así, tipos de extrema izquierda acaban siendo amigos de Irán. Les une el odio a Estados Unidos y a Israel y el desprecio genético hacia los valores occidentales. Es decir, les une el desprecio profundo a la libertad. Sin duda, el paradigma de la imbecilidad de esta izquierda dogmática se llama Hugo Chávez. Pero en Europa muchos profesores universitarios, escritores con prestigio y grandes intelectuales, piensan igual que Chávez. Sólo se distinguen por ser más sutiles en la expresión de sus prejuicios. Por supuesto, la crítica a las políticas de Estados Unidos o Israel son legítimas y algunas, muy necesarias. Pero el fenómeno actual va mucho más allá de las críticas razonables. Se trata de una brutal criminalización del derecho de Israel a su existencia y a su defensa, acompañada de una mirada tierna sobre el terrorismo palestino. Y en el caso de Estados Unidos, tampoco abunda la crítica razonable. Abunda el prejuicio, el maniqueísmo y la obsesión. En Europa y América Latina, este fenómeno es especialmente virulento.

2.- La segunda patología, el anti israelismo sin complejos, y el antisemitismo inconsciente. Sin duda, el odio exacerbado a Israel marca las pautas de los periódicos del mundo. Ningún otro conflicto sufre una distorsión informativa como éste; Israel es el único país del mundo que tiene que pedir perdón por existir, por defenderse y por no desaparecer. Sus acciones militares son elevadas a la categoría del horror.

Sus víctimas son despreciadas y sus enemigos son considerados héroes. La clave está en la frase que dijo el Premio Nóbel Imre Kertesz, judío húngaro que sufrió el Holocausto: ``Cuando veo en la televisión los tanques israelíes, una idea me atraviesa el alma: Dios mío, que bien que pueda ver la estrella judía sobre los tanques israelíes y no cosida sobre mi ropa como en 1944. No soy imparcial ni puedo serlo: dejo la imparcialidad a los intelectuales europeos que juegan a ese juego de forma tan malvada...'' Así es. Lejos de ser la histórica víctima judía que se arrastraba por los ghettos, era perseguida como una rata y era asesinada, hoy el judío eleva un país de la nada, investiga, inventa, gana premios internacionales y vence en todas las guerras que le plantean.

Y esa imagen del judío victorioso, a pesar de siglos de persecución y exterminio, es insoportable para muchos. El primer pecado de Israel, es no sucumbir. Esa fuerza que le ha permitido sobrevivir a guerras letales y a millones de enemigos, es lo que más indigna a la izquierda lunática. ¿Por qué? Porque es genéticamente antisemita. Por supuesto, nadie de esa izquierda reconoce que es antisemita. Hablan de solidaridad con el pueblo palestino, de crítica racional a Israel, de compromiso con la libertad.

Veamos los conceptos. Primer concepto: solidaridad, palabra tótem de la izquierda europea e internacional. Sin embargo, es una solidaridad tuerta, que llora con un único ojo, solamente por las víctimas palestinas, pero que aplaude la masacre en una escuela judía, o en un autobús, o en la Universidad del Monte Scopus. Y si se solidariza con la causa palestina, nunca lo ha hecho con la judía. Esa izquierda aplaudiría la desaparición de Israel, y nunca se ha sentido cómoda con su existencia. Por tanto, no es solidaridad con las víctimas. Es odio hacia Israel.

Otro concepto: crítica racional. No existe en la práctica totalidad de los análisis. Lejos de encontrar reflexiones equilibradas, sólo encontramos una reducción extrema y maníquea del conflicto, que convierte a Israel en un ente malvado, y a los palestinos, en víctimas puras. Así, durante años la mayoría de los analistas convirtieron a Arafat en una especie de Che Guevara árabe, héroe de la lucha de los pueblos. Su corrupción, su autoritarismo, su violencia nunca fueron objeto de crítica, y a nadie le interesó saber qué hacían los palestinos con los miles de millones de dólares que llegan a la autoridad palestina, desde todos los lugares del mundo. Cada palestino ha recibido, per cápita, el doble que los europeos por el Plan Marshall. ¡Y hay pobreza! ¿Por qué? A nadie le ha interesado formular esta pregunta, porque es más fácil culpar a Israel de los males palestinos, que intentar saber qué responsabilidad tienen los palestinos, en su propia miseria. Y finalmente, el concepto de compromiso con la libertad. Oigo esa expresión en todos los foros pro palestinos europeos. ``¡Estamos a favor de la libertad de los pueblos!'', dicen con ardor. No es cierto. Nunca les ha preocupado la libertad de los ciudadanos de Siria, de Irán, del Yemen, de Sudán, etc

Y nunca les ha preocupado la libertad destruida de los palestinos que viven bajo el extremismo islámico de Hamás. Solo les preocupa usar el concepto de libertad palestina, como misil contra la libertad israelí. Una terrible consecuencia se deriva de estas dos patologías ideológicas: la manipulación periodística. Finalmente, no es menor el daño que hace la mayoría de la prensa internacional.

Sobre el conflicto árabe-isaelí no se informa, se hace propaganda. La mayoría de la prensa, cuando informa sobre Israel, vulnera todos los principios del código deontológico del periodismo. Y así, cualquier acto de defensa de Israel se convierte en una masacre y cualquier enfrentamiento, en un genocidio. Se han dicho tantas barbaridades, que a Israel ya no se la puede acusar de nada peor.

En paralelo, esa misma prensa nunca habla de la injerencia de Irán o Siria a favor de la violencia contra Israel; de la inculcación del fanatismo en los niños; de la corrupción generalizada en Palestina. Y cuando habla de víctimas, eleva a la categoría de tragedia a cualquier víctima palestina, y camufla, esconde o desprecia a las víctimas judías.

Acabo con un apunte sobre la izquierda española. Muchos son los ejemplos que ilustran el anti israelismo y el anti americanismo que definen el ADN de la izquierda global española. Por ejemplo, un partido de izquierdas acaba de expulsar a un militante, porque ha creado una web de defensa de Israel. Cito frases de la expulsión: ``Nuestros amigos son los pueblos de Irán, Libia y Venezuela, oprimidos por el imperialismo. Y no un Estado nazi como el de Israel''. Otro ejemplo, la alcaldesa socialista de Ciempozuelos cambió el día de la Shoá por el día de la Nakba palestina, despreciando, así, a más de seis millones de judíos europeos asesinados. O en mi ciudad, Barcelona, el Ayuntamiento socialista ha decidido celebrar, durante el 60 aniversario del Estado de Israel, una semana de ``Solidaridad con el pueblo palestino''.

Para ilustrarlo, invitó a Leila Khaled, famosa terrorista de los años '70, actual líder del Frente de Liberación de Palestina, que es una organización considerada terrorista por la Unión Europea, y que defiende el uso de las bombas contra Israel. Y etcétera. Este pensamiento global, que forma parte de lo políticamente correcto, impregna también el discurso del presidente Zapatero.

Su política exterior cae en todos los tópicos de la izquierda lunática y, respecto a Oriente Medio, su actitud es inequívocamente pro árabe. Estoy en condiciones de asegurar que, en privado, Zapatero considera a Israel culpable del conflicto, y la política del ministro Moratinos va en esa dirección.

El hecho de que el presidente se pusiera una kefiá palestina en plena Guerra del Líbano, no es una casualidad. Es un símbolo. España ha sufrido el atentado islamista más grave de Europa, y ``Al Andalús'' está en el punto de mira de todo el terrorismo islámico. Como escribí hace tiempo, ``Nos mataron con celulares vía satélite, conectados con la Edad Media''. Y, sin embargo, la izquierda española está entre las más anti israelíes del planeta. ¡Y dice ser anti israelí por solidaridad! Esta es la locura que quiero denunciar con esta conferencia.

Conclusión: no soy judía, estoy vinculada ideológicamente a la izquierda y soy periodista. ¿Por qué no soy anti israelí, como la mayoría de mis colegas? Porque como no judía, tengo la responsabilidad histórica de luchar contra el odio a los judíos y, en la actualidad, contra el odio a su patria, Israel. La lucha contra el antisemitismo no es cosa de judíos, es obligación de los no judíos. Como periodista, estoy obligada a buscar la verdad, más allá de los prejuicios, las mentiras y las manipulaciones. Y sobre Israel no se dice la verdad.

Y como persona de izquierdas, que ama el progreso, estoy obligada a defender la libertad, la cultura, la convivencia, la educación cívica de los niños, todos los principios que las Tablas de la Ley convirtieron en principios universales. Principios que el islamismo fundamentalista destruye sistemáticamente. Es decir, como no judía, periodista y de izquierdas tengo un triple compromiso moral con Israel. Porque si Israel fuera derrotado serían derrotadas la cultura y la libertad. La lucha de Israel, aunque el mundo no quiera saberlo, es la lucha del mundo. ``Am Israel jai''. Amén."