viernes, 23 de octubre de 2009

PROPÓSITO

Hace ya bastante tiempo, cuando nuestros pueblos eran aun nuestros pueblos, es decir, cuando aun vivían en ellos los labradores y aldeanos con el cura, el barbero, el alcalde y los vecinos y no se habían convertido como ahora,- los que aun no están deshabitados - en esas malas copias de las ciudades, en cada uno de ellos solía haber un pregonero que comunicaba a grito limpio para que todos se enteren las ordenanzas y los decretos del alcalde y las noticias que, a juicio de éste, podían ser de interés. Nunca, que se sepa, el pregonero se ocupó de pregonar nada sobre las angustias o novedades de ninguno de los pobladores porque, este rudimentario medio de comunicación debía servir, como ahora, solo a los poderosos.

Hoy, los nuevos pregoneros (medios de comunicación: televisión, periódicos, radio etc.), igual que los de antes, se ocupan solo de pregonar por medio de una publicidad alienante que solo favorece a los grandes intereses. Éstos, los grandes intereses, son los de los fabricantes de los millones de bisuterías innecesarias, los creadores de las modas que llevan a la manada a consumir artículos casi ridículos, los mercaderes de la fe, los creadores de enfermedades inexistentes para vender sus medicamentos inocuos o dañinos, los vendedores de coches para quienes ya tienen un coche que funciona pero que debe ser cambiado por otro "que esté al loro", los que te venden viajes que van camino de ninguna parte, en fin, toda esa inmensa cuadrilla que desde sus grandes consorcios planea la forma de quedarse con el dinero fruto de tu esfuerzo, es decir, de "cosecharte" como si fueses un olivo plantado en su propiedad.

Sólo por un momento pensemos en cuántas cosas hemos comprado que no nos prestan ninguna utilidad práctica. Cuánto dinero hemos malgastado en compras de algo que ya teníamos o que no necesitábamos. La pregunta es ¿ por qué lo hacemos ?. Sin ninguna duda, es porque la machacona publicidad, aunque no nos lo parezca, hace su efecto induciéndonos a gastar en lo que no debemos. Y si pensamos en cuántas ideas que nuestro sentido común rechaza han empezado a hacer parte de nuestro diario discurrir, nos daremos cuenta de que eso ha ocurrido porque en los medios hay abundancia de esos que ahora se conocen como "formadores de opinión" que, sirviendo a sus amos, se dedican, con argumentos muy elaborados, a ir destruyendo poco a poco y cada vez con más éxito el pensamiento libre.

Se dirá que el consumo masivo es el que mantiene en marcha la economía. Esa es una mentira como una catedral. Lo que de verdad mantiene sana y en marcha la economía es el ahorro de cada uno, el cual, sumado a otros muchos, genera capitales para finaciar investigaciones, grandes construcciones, educación, viviendas y otras muchas inversiones verdaderamente mantenedoras de la economía y generadoras de riqueza y progreso. Pero éste, el ahorro, practicamente ha desaparecido de la mentalidad de la población media porque, la omnipresente publicidad ha ido logrando que casi todos pensemos que todo el dinero que recibimos por nuestro trabajo ha de ser gastado de inmediato y, si no nos es suficiente, que debemos tomar préstamos a intereses de usura para seguir consumiendo.

Un primer acto de emancipación podría ser empezar a ver en la TV solo los programas que de verdad nos son de interés, apagando el aparato una vez visto para dedicar el tiempo que antes perdíamos frente a éste, en comunicarnos mejor con los nuestros, en leer, en discernir sobre lo que queremos, sobre nuestros proyectos si los tenemos o a construirlos si aun no los tenemos. ¿Cuánto tiempo valioso perdemos ante la "caja boba" permitiéndole que nos "coma el coco"?

Éste PREGONERO pretende ser, seguramente como otros miles,(muchos de ellos con mejores herramientas y habilidades) el que pregone todo aquello que de verdad sea del interés de todos, buscando poner una mínima colaboración para que empecemos a emanciparnos, a ser verderamente libres y a ignorar la voz de esa hidra de mil cabezas que nos ha esclavizado y que ha convertido a la sociedad en esa triste horda de idiotas útiles que malviven para servir solo a los amos del gran cortijo mundial.

Germán GUERRERO E.
Diego GUERRERO T.