sábado, 15 de mayo de 2010

COLOMBIA ANTE LA INCERTIDUMBRE




Casi al final del gobierno de Álvaro URIBE, quien ha ejercido su Presidencia de ocho años como una gerencia vigorosa, eficaz e inteligente que ha cambiado sustancialmente la vida de los habitantes de Colombia; por estas fechas este hermoso país se enfrenta a la decisión de elegir su nuevo presidente. Entre los candidatos que se disputan el favor de los electores, en realidad hay solo dos que tienen una clara opción de ganar:

Juan Manuel SANTOS, ex ministro de defensa del gobierno que termina, quien, además de innegables logros en su gestión y su promesa de continuar la obra de gobierno de URIBE, es conocido por su exagerado pragmatismo político que lo ha llevado a ser identificado como una persona sin convicciones confiables, capaz de apostar cualquier cosa al logro de sus objetivos. Otra de sus características más visibles es la de haber participado en anteriores gobiernos no tan eficaces ni comprometidos con el genuino desarrollo del país y en los que permaneció por su obsesiva vocación por el poder. En sus presentaciones públicas, su febril búsqueda de las palabras que expresen sus conceptos llega a ser tan dramática que hace pensar que su discurrir mental no es tan elaborado ni tan ágil como el que se espera de un Jefe de Estado. El programa de su eventual gobierno es, con perdón de los santistas, una repetición de los programas presentados por algunos candidatos europeos hace décadas, en los que promete “uncir el tren del país a la locomotora de la industria para crear empleo y bienestar”. Nunca ha dicho cómo la va a lograr. Se limita a repetir frases que resultan promotoras de optimismo fácil, pero que no dan una respuesta coherente a quienes nos preguntamos cómo se ha de progresar en la solución de los enormes y muy antiguos problemas de inequidad social, desempleo, miseria, insalubridad, educación insuficiente y de mala calidad.
Quizá la única respuesta sólida que SANTOS ofrece es la continuación de la política de Seguridad Democrática, nombre que le dio el Presidente URIBE a su exitosa campaña militar con la que tiene a las FARC prácticamente sin ningún apoyo popular ni internacional, diezmadas, desprestigiadas y casi al borde de su desaparición.
Por lo demás, parecería que SANTOS solo expresa su largo deseo de ser presidente, y por el tono que usa, casi les exige a sus compatriotas para que lo voten porque “él ha abrigado este deseo con vehemencia y ha trabajado para ello.” Esto, desde luego, solo le favorece a él y los votantes han de preguntarse: ¿Cómo nos favorecerá su eventual presidencia?
Si puede verse, por lo que se ha visto hasta hoy, algo positivo en la aspiración de SANTOS es que, probablemente - eso esperan los colombianos que lo votarán- el presidente URIBE será su mentor. Eso le daría a su presidencia un vigor que favorecería su gestión. Sin embargo, esa es una suposición que no puede confirmarse porque, quienes conocen a SANTOS dicen que su vocación por el poder y su personalismo evitarían la injerencia de ninguna persona.

El otro candidato con opciones es el ex alcalde de Bogotá Antanas MOCKUS quien saltó a la fama nacional por haber mostrado el culo ante los estudiantes de la Universidad Nacional en la que, por ese entonces era Rector. Ese hecho insólito hizo de MOCKUS un personaje adorado por los colombianos quienes, en sus evaluaciones de la gente que ha de dirigirlos, suelen caer en un tropicalismo que a fuer de ligero llega a ser peligroso.
Antanas tampoco llega a dar una clara idea de su programa de gobierno. Muy al contrario, su discurso basado en frases efectistas y en slogans de manifestación estudiantil de los años sesenta suele dejar el triste sabor de las baladas de esa época, dulzarronas pero vacías.
Goza de un aureola de hombre honesto y nadie ha podido demostrar que no lo es, aunque tampoco él nunca se ha ocupado de desmentir que, durante su alcaldía de Bogotá reasfaltó un larguísimo trayecto de la Carrera 7ª (una de las más importantes calles de la ciudad) con una empresa mexicana que lo hizo con tan mala calidad que la vía estaba inservible a menos de un par de meses de terminada. Suelen decir los malquerientes de MOCKUS que en ese negocio hubo corrupción. Suelen hablar de otros casos parecidos pero, nadie se ha ocupado a fondo de demostrarlos por lo que puede pensarse que son falsos o que, como se piensa tan frecuentemente en Colombia sobre el pasado de sus dirigentes: “agua pasada no mueve molino”.
Preocupa, eso sí, que MOCKUS cae con lamentable frecuencia en contradicciones o afirmaciones temerarias que luego debe rectificar. Eso se lo perdonan los colombianos con facilidad porque afirman que eso demuestra que él es “muy humano”. También es calificado como un hombre con grandes dotes de estadista por manejar un discurso profesoral que seduce a sus oyentes del patio de butacas. Quizá convendría pensar que un profesor de literatura muy excepcionalmente llega a ser un buen escritor porque son dos disciplinas que, aunque son parientes cercanas, exigen talentos diferentes que no suelen coexistir en la misma persona.
Lo positivo de MOCKUS es que cuenta entre sus seguidores con personas de gran talento y excepcionales realizaciones como Enrique PEÑALOSA, transformador de Bogotá de una ciudad casi invivible en una metrópoli moderna con base en trabajo gerencial y manejo pulcro de los recursos públicos; con Salomón KALMANOVITZ, economista al que Colombia le debe en buena medida su estabilidad cambiaria reciente, y otros profesionales que podrían con su apoyo conseguir que logre un buen gobierno. Aun no sabemos si la pintoresca personalidad de MOCKUS tendrá entre sus características permitir que otros sean los protagonistas de sus logros.

En otros países, la decisión de a quién votar suele estar mediada en la mayoría de los casos por la evaluación de las propuestas de los candidatos, pero en Colombia que es, como su slogan de campaña publicitaria internacional lo afirma, apasionada (“COLOMBIA ES PASIÓN”), la decisión suele ser más o menos emocional igual que se dirimen las disputas o se conduce los coches por las calles. Los que conocemos y amamos a Colombia lo hacemos no precisamente por la tranquilidad y discernir pausado de sus habitantes. Lo hacemos un poco como los fumadores que sabiendo que el tabaco es potencialmente tóxico, seguimos apegados a fumar porque nos gusta y ya está.

Tomando en cuenta la manera con la que se toma decisiones electorales, la respuesta a quién llegue a ser presidente depende casi con seguridad, no de quién ofrece la mejor propuesta porque eso parece no importarle a la mayoría. Dependerá entonces de cuál de los dos candidatos logra el favor de los manejadores de la emocionalidad colombiana, es decir, cuál le conviene más a RCN radio y televisión y a CARACOL radio y televisión, dos semi-monopolios de la información que, junto con culebrones-basura y programas de narco-miseria emiten programas de “opinión” y telediarios que manipulan las preferencias no solo comerciales sino políticas de los colombianos.
Ya estamos a pocos días de las elecciones y ya la moneda está en el aire. Digamos entonces como los toreros en la puerta de cuadrillas cuando van a empezar el paseíllo: “Que Dios reparta suerte”.