martes, 30 de marzo de 2010

CARTA ABIERTA PARA EL COMANDANTE DE LAS FARC



Señor CANO: Cuando uno lo ve a Usted en los periódicos o en los telediarios, la impresión que causa es que Usted parece una buena persona. En general Usted no tiene la arrogancia de esos cobardes armados que suelen mirar a los entrevistadores con actitud de perdonavidas y que suelen dar sus respuestas, casi siempre inspiradas no en la razón sino en el resentimiento, como si fuesen sentencias definitivas. En contraste con eso, sus respuestas son más razonadas porque parece no tener un discurso único, aprendido en los manuales “del buen revolucionario”. Parece que su formación universitaria le dejó la disciplina del estudio y la lectura y que debido a eso, como es natural en quien la tiene, sabe que en el mundo lo único constante es el cambio y que no hay ninguna doctrina, especialmente si es política, que pueda ser abrazada como única y definitiva porque no hay una sola que hayan demostrado su perfección, ni siquiera una evidente superioridad frente a las otras. Fíjese Usted en el comunismo marxista leninista: En la Unión Soviética terminó en el fracaso después de mantener por muchos años un régimen totalitario donde los jefes vivían como zares mientras el “proletariado” sufría las de Caín; donde cualquiera podía ser perseguido por el Estado por el solo hecho de pensar de manera libre; donde nadie podía decidir qué hacer con su vida profesional porque eso era decisión de un buró compuesto por unos comisarios alcohólicos a quienes nadie les importaba y cuyo único propósito era llenar bien los cartapacios del partido. Acuérdese de la República Democrática de Alemania, pueblo disciplinado, trabajador y progresista al que la Unión Soviética les impuso el comunismo y este régimen logró lo que parecía imposible: pauperizar a un pueblo que había superado la pobreza hacía lustros. Hoy, después de haber logrado retornar a la democracia y de haberse unificado con la Alemania Occidental, se repone a duras penas de los males acarreados por tanto tiempo de la “Dictadura del Pueblo”. Ni hablar de nuestra querida isla de Cuba donde un hombre como Castro, sin duda inteligente y hasta brillante pero con una clara personalidad desquiciada, ha llevado a sus habitantes a la miseria que hoy llevan ya casi sin dignidad; a la persecución de los habitantes que quieran ejercer su básico derecho de ser libres; donde la desnutrición, absurda en un país que antes nunca la conoció, hoy se ve con demasiada frecuencia; a la búsqueda desesperada de sus habitantes por salir de allí. Claro, no faltan los apologistas de la “Revolución Cubana” que dicen con orgullo que ahí, por ejemplo, no hay analfabetismo en los niveles del resto de Iberoamérica. Esa, Usted lo sabe Señor Cano, es una de esas mentiras que fácilmente se le hace creer a la masa. Todos sabemos que aun antes de Castro, es decir en los tiempos del dictador Fulgencio Batista, ya Cuba tenía los más bajos niveles de analfabetismo de este hemisferio. Es decir, ese no es un logro de la “revolución” sino una tradición en Cuba. Dirán también que en Cuba la medicina es “muy avanzada” y al alcance de todos. Alguien quizá se lo ha contado o Usted lo ha visto en Cuba que, los médicos cubanos, bienintencionados y alegres como todos los cubanos, son en realidad bastante limitados en conocimientos por haber estudiado con excesivas limitaciones y por carecer de lo más elemental para poder ejercer una buena medicina. Habrá visto por sus propios ojos que los sátrapas gobernantes viven como sultanes mientras a su pueblo le falta la sal y el agua y es perseguido y hasta encarcelado por intentar comerse una gallina que crió en su propio patio. Esa es una descripción de una revolución marxista en América. A eso es a lo que aspiran algunos gobernantes de Sudamérica como Chavez de Venezuela con su “Socialismo del Siglo XXI”; quien ha logrado que un país tan rico en recursos naturales llegue a un estado de pobreza y caos que, si no fuera porque es dramático, llegaría a ser ridículo y hasta cómico. Y con él, esos lamentables gobernantes de Bolivia, Nicaragua Ecuador y Argentina quienes solo parecen buscar, o su enriquecimiento personal, o “un sitio en la historia” para paliar las limitaciones y carencias de sus menguadas y enjutas personalidades.
No decimos, ni mucho menos, que el capitalismo sea mejor que el comunismo marxista. Son, sin duda, igualmente perversos. ¡Eso, seguro!. Pero, mientras en los sistemas totalitarios del marxismo hay que asumir la miseria sin posibilidad de marcharse, en los sistemas capitalistas puedes irte cuando quieras o cuando puedas; mientras en los estados totalitarios marxistas, otros son los que deciden sobre tu futuro, en los capitalistas puedes decidir hacer lo que quieras o lo que puedas, a veces miserablemente pero tan miserablemente como le toca a de manera obligada a la mayoría en los estados marxistas.
Señor Cano: ¿merece la pena derramar tanta sangre, crear tantas desgracias, sembrar tanto odio para intentar cambiar un sistema malo por otro que ha demostrado ser tan malo o a veces peor que el anterior?
Es comprensible que Usted, en su juventud, igual que casi todos los jóvenes haya llegado a creer de forma sincera en que la Revolución Comunista era la salvación de la humanidad y que, por tanto, bien valía cualquier sacrificio para conseguir que se instaure. Hoy, después de lo vivido y lo visto en tantas partes y con; no vamos a caer en la vanidad de decir “la sabiduría que dan los años” pero si, la prudencia y pragmatismo de la experiencia que se le parece un poco, seguramente Usted sabe claramente que eso era un camelo, un espejismo que antes que beneficiar, daña. Hoy, con seguridad Usted es ya otro rehén de su pasado, de su discurso del que ya no sabe como desdecirse, del gusto por el poder que es como una droga y de otras mil cosas que por no saber no sabemos pero, de las que algunas veces piensa en deshacerse para vivir una vida más coherente y más ajustada a su verdadera creencia y a su forma más clara de ver hoy la vida.
Usted Señor Cano, quien parece una persona inteligente y que ha cultivado su intelecto, es seguramente una persona buena con las verdaderas características del hombre bueno, ese que describió el Maestro Machado cuando dijo “en el buen sentido de la palabra bueno”. Porque la bondad es hija de la inteligencia, y nadie que haya logrado ejercerla se puede sustraer a ser bueno. Son las circunstancias de su vida las que le han llevado a vivir tomando decisiones dramáticas y a usar a veces discursos de persona malvada. Pero con seguridad Usted no aprueba ni cohonesta acciones como la masacre de Bojayá y otras muchas, ni el reclutamiento forzado de niños, ni la violación de las niñas, ni el secuestro, ni la utilización espeluznante, monstruosa e increíble de engañar a un niño para hacerlo estallar con una bomba junto a un puesto policial. Esas acciones propias solo de mentes enfermas y no de revolucionarios no pueden ser ordenadas ni aprobadas por Usted. Pero su “organización”, y Usted lo sabe, es ya una hidra de mil cabezas solo unidas por un tronco pero, con voluntades autónomas y perversas que han perdido toda ideología para hacerse pandillas de asesinos al servicio de fines criminales, quienes saben que el nombre de una organización supuestamente insurgente, les permite seguir haciendo un lucro criminal.
A Usted seguramente le duele el alma al pensar en cuántas vidas han segado, cuántos hogares han destruido, cuántas ilusiones han roto, cuánto dolor han causado, cuántos puestos de trabajo que dicen defender han destruido llevando hambre a tantos hogares, a cuántas familias han condenado a abandonar sus pagos para deambular por inhóspitas ciudades donde pierden su razón de vivir. Todo eso, ha de pensar Usted, no puede hacerse para “favorecer al pueblo”. Usted, como cualquier persona que discierna un poco, sabe que las sociedades no se salvan o se vuelven más “incluyentes, igualitarias y justas” por las armas, los discursos, las ideologías ni las religiones. Las sociedades solo cambian; y esto parece un razonamiento cínico pero es solo realista; por la evolución. Es decir, para que haya sociedades más justas, igualitarias e incluyentes, el género humano ha de cambiar su egoísta modo de ver la vida haciéndose más hermano de sus hermanos que somos todos. Pero eso no se logrará ni se ha logrado nunca con nada más que con la evolución que toma generaciones y generaciones. Ni nosotros ni los siguientes centenas de generaciones lo veremos, y cuando el género haya evolucionado suficiente para lograrlo, seguramente tendrán un nuevo horizonte que les hará pensar que su sociedad “debería de ser más incluyente, más igualitaria y más justa”.
Si Usted ha pensado en esto, ¿por qué no tomar una decisión que cambiaría la bella Colombia convirtiéndola en un país con una mayor ilusión de un futuro mejor? ¿Por qué no convertirse Usted en un héroe para su pueblo y un verdadero luchador por su bienestar, abandonando esa sangrienta e inútil confrontación? ¿Por qué no darse cuenta de una vez que ni Usted, ni las FARC ni nadie en Colombia son los verdaderos enemigos de su propio país? ¿Por qué no aceptar que los verdaderos enemigos de Colombia son los grandes cárteles mundiales que se sirven del tráfico de drogas y de armas para mantener las arcas de sus bancos llenas? O ¿ se cree Usted Señor Cano que los 750 mil millones de euros anuales que mueve el narcotráfico en el mundo y los 300 mil millones de euros anuales que mueve el tráfico de armas como las que usa su guerrilla van a parar a las manos de las FARC y unos cuantos mafiosos colombianos, afganos o chinos? ¿No será más bien que Ustedes y los traficantes comunes no son más que instrumentos de esos grandes mafiosos mundiales que desde sus Juntas Directivas y sus oficinas en los edificios de cristal de las grandes ciudades del mundo manipulan circunstancias, discursos, políticas, informaciones y contra - informaciones para mantener un estado de cosas que les hace creer a Ustedes y a todos sus manipulados que están haciendo lo que hacen de forma autónoma, cuando en realidad no son más que los comodines que les hacen el trabajo sucio para que la verdadera y gigantesca utilidad de esos negocios criminales llegue a sus manos?
Si no lo ha pensado Señor Cano, piénselo. Usted podría de verdad emancipar a su país de esos criminales mundiales quitándoles la herramienta que ellos usan para conseguir sus fines usándolos a Ustedes. Ustedes podrían ayudar a erradicar de Colombia el negocio de las drogas y de las armas convirtiendo a su país en un mal negocio para los verdaderos enemigos. Usted podría deponer las armas y hacer que su guerrilla las deponga. Su país se lo agradecería más que nada. Cuánta ilusión nacería en su pueblo cuando sepa que esa guerrilla a la que nadie apoya ha cesado sus actividades. Con ese nuevo clima, cuántos capitalistas estarían dispuestos a ir a Colombia, donde hay tantos recursos naturales y humanos a crear fuentes de trabajo. Cuánto bien podría hacerle Usted a su país. Es solo discernirlo, aceptarlo y moverse en la dirección correcta. Usted es un líder y tiene la inteligencia necesaria para convencer a sus subalternos para que lo sigan. Los que no lo seguirán, no lo han seguido nunca, así que de ellos no se ocupe, deje que de ellos se ocupe la inexorable vida.